16 de octubre de 2025

Cuando estamos frente a un público, por subirnos a un juego mecánico o incluso en una entrevista, el cuerpo reacciona de formas que no esperamos; a veces el corazón se acelera, las manos sudan, el estómago se encoge, y en algunos casos, también puede haber pequeñas pérdidas de orina.
Esto se conoce como incontinencia urinaria por ansiedad o estrés, una condición más común de lo que se cree y que puede presentarse en momentos de mucha tensión emocional. La buena noticia es que existen maneras de controlarla, fortalecer el cuerpo y reducir su impacto en la vida diaria, y aquí te las vamos a contar.
La incontinencia por ansiedad se refiere a la pérdida involuntaria de orina que ocurre cuando el cuerpo está sometido a altos niveles de ansiedad o estrés prolongado. No se trata de una incontinencia física típica, como la que ocurre tras un parto o por debilidad muscular, sino de una respuesta del sistema nervioso al estado de alerta constante que genera esta tensión emocional.
En términos bioquímicos, el cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina, que alteran el ritmo normal de funciones básicas, incluyendo las del sistema urinario. Esta tensión puede hacer que los músculos del suelo pélvico y la vejiga se contraigan sin control, provocando pequeñas fugas de orina en momentos de nerviosismo, miedo o incluso durante una crisis de ansiedad.
En una situación de estrés, el cuerpo entra en modo “supervivencia”, y ante el peligro, el cerebro activa al sistema nervioso simpático, encargado de preparar al organismo para reaccionar. Esta reacción tiene como efectos inmediatos aumentar la frecuencia cardiaca, acelerar la respiración y tensar los músculos.
La vejiga, por su parte, también participa en este proceso. Bajo estrés, los nervios que la controlan pueden enviar señales más intensas de lo normal, y como resultado, se producen pequeñas pérdidas sin previo aviso o la necesidad urgente de orinar.
Además, cuando el estrés se mantiene por largos periodos, los músculos del suelo pélvico pueden debilitarse debido a la tensión constante, lo que facilita fugas más abundantes, especialmente en mujeres adultas o personas con antecedentes de partos vaginales.
Lo primero es entender que no hay una única causa que explique la incontinencia por ansiedad, pero sí varios factores que pueden coincidir y provocar que esta condición aparezca o se agrave.
Entre estos factores está la respuesta del sistema nervioso; por ejemplo, el estrés crónico afecta el control que tenemos sobre los músculos del cuerpo, incluyendo los del suelo pélvico, pero también puede modificar la percepción que tenemos de la vejiga, haciendo que sintamos ganas de orinar con mayor frecuencia, incluso cuando no está llena.
Por otro lado, dormir mal o no descansar lo suficiente altera la producción de ciertas hormonas que regulan la micción, haciendo más probable la pérdida de control en momentos de ansiedad o cansancio extremo.
Finalmente, algunos hábitos asociados al estrés, como el consumo excesivo de café, bebidas energéticas o alcohol pueden irritar la vejiga y aumentar las probabilidades de tener escapes involuntarios de orina.
Hay muchos factores del día a día que pueden alterar al sistema nervioso y, por ende, provocar algunos goteos. Por ejemplo, la oficina, las reuniones, los cortos plazos de entrega o la presión por cumplir metas pueden convertirse en detonantes de la incontinencia por ansiedad.
De esta forma, los entornos laborales altamente demandantes generan una carga mental que muchas veces pasa desapercibida hasta que el cuerpo empieza a manifestarla físicamente. De hecho, trabajar bajo estrés continuo no solo eleva la ansiedad, sino que también altera los hábitos de hidratación y descanso, lo que puede afectar el control de la vejiga.
Además, la costumbre de aguantarse las ganas de orinar por horas, lo que es bastante común en personas con jornadas muy largas o sin pausas, puede debilitar los músculos pélvicos y alterar la sensibilidad de la vejiga.
Existen diversos síntomas de la incontinencia por ansiedad, e identificarlos es el primer paso para manejarlos. Algunos de los más comunes son:
Estos síntomas pueden variar en intensidad, pero si se repiten con frecuencia, es recomendable acudir con un profesional de la salud para descartar causas físicas y recibir orientación adecuada y detallada.
Llegados a este punto, es importante mencionar que, en algunos casos, la incontinencia por ansiedad puede combinarse con otros tipos, dando origen a lo que se conoce como incontinencia mixta.
Esto ocurre cuando hay tanto una causa emocional como física detrás de las pérdidas de orina. Por ejemplo, una persona puede tener debilidad en el suelo pélvico (incontinencia por esfuerzo) y, al mismo tiempo, experimentar fugas en momentos de estrés o ansiedad (incontinencia por ansiedad). En estos casos, el tratamiento suele incluir tanto el fortalecimiento muscular como el manejo del estrés y la ansiedad mediante terapia o técnicas de relajación.
La buena noticia es que la incontinencia por ansiedad puede controlarse y mejorar con pequeños cambios en el estilo de vida, ejercicios específicos y una mejor gestión del estrés. A continuación, te compartimos algunas estrategias que realmente funcionan:
Fortalecer los músculos del suelo pélvico con ejercicios como los Kegel ayuda a mejorar el control sobre la vejiga. Estos ejercicios son simples, y consisten en contraer y relajar los músculos que utilizas para detener el flujo de orina; de hecho, se recomienda realizarlos diariamente durante unos minutos para tener mejor control sobre ellos.
Además, puedes alternar con disciplinas como el yoga o pilates para mejorar la fuerza y la conexión con esta zona del cuerpo.
El estrés y la ansiedad pueden disminuirse con hábitos saludables como dormir bien, mantener una alimentación equilibrada y reducir el consumo de cafeína, alcohol y tabaco.
También es importante mantener una rutina de ejercicio regular, ya que ayuda a liberar endorfinas, las hormonas del bienestar, y a reducir los niveles de cortisol en el cuerpo. Por ejemplo, puedes optar por actividades breves como caminar, nadar o practicar yoga según la disponibilidad de tiempo que tengas y tus intereses, lo importante es desconectarte de la rutina y reconectar contigo.
La incontinencia por ansiedad no solo se trata de fortalecer el cuerpo, sino también la mente. Si sientes que el estrés o la ansiedad están afectando tu bienestar, considera buscar apoyo psicológico o terapia cognitivo-conductual.
Además, existen técnicas de respiración, meditación o mindfulness que pueden ayudarte a controlar las reacciones del cuerpo frente a situaciones tensas y reducir significativamente los episodios de fuga. Son súper fáciles y sólo te tomarán un minuto realizarlas antes de cada actividad que pueda ocasionarte ansiedad.
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Recuerda, la incontinencia urinaria por ansiedad no es algo por lo cual avergonzarse, es común y tratable, pero es importante que respetes tus límites y atiendas con ejercicios o con la guía de algún especialista aquello que te causa mayor inseguridad o estrés. Todos somos humanos, y la ansiedad es sólo una respuesta de nuestro cuerpo para protegernos.